domingo, 29 de octubre de 2017

CHOQUE DE TRENES

Lamentablemente la falta de tiempo no me ha permitido escribir ninguna entrada desde hace un mes con todo lo que ha ocurrido y la de jornadas históricas que hemos vivido en todo este tiempo en Cataluña. 

Para situarnos en los orígenes del independentismo del siglo XXI en Cataluña procedo a enlazar algunos artículos anteriores que podéis consultar pinchando aquí.

Empezaré hablando de la consulta del 1-O. Se trató de un referéndum unilateral, ilegal y sin garantías como lo demuestran las imágenes de gente votando varias veces o urnas en las calles sin ningún tipo de control. 
El Estado podía haber optado por permitir la consulta sin entrar a reprimir. Hubiera sido la decisión adecuada y, de cara a la opinión internacional, la votación hubiera quedado desprestigiada ante la evidente falta de censo y lo mencionado anteriormente. 
En lugar de esto, se optó por la represión y ahí es donde ganó el independentismo ya que consiguieron las fotos de la policía del Estado apaleando a ciudadanos y, por si fuera poco, se ganaron simpatías internacionales.  Además, el estado se vio humillado ya que no pudo impedir la votación en la inmensa mayoría de lugares. 
La decisión tomada fue tan torpe que parece claro que fue a propósito. El gobierno de Rajoy quiso contentar a sus ultras (Ciudadanos incluido) con una finalidad claramente electoral pero sin pensar en resolver el problema que tenía entre manos.

A partir de ahí, al Govern de la Generalitat se le fue de las manos la situación. El movimiento independentista trasciende lo institucional y ha llegado a las calles para quedarse. Movilizar más de dos millones de personas es algo casi sin precedentes en nuestro país. Quizás lo más parecido sea el movimiento 15M. 
Tras el referéndum se celebró una huelga general (3-octubre) y se inició la vía hacia la independencia. La batalla institucional ha sido una auténtica partida de ajedrez en la que se han sacrificado peones (detención de los jordis) y cuyo resultado final es incierto aunque electoralmente ya sabemos que tanto la derecha nacionalista española como el independentismo catalán salen reforzados debido a su tradicional retro-alimentación. 

El 10 de octubre el President Puigdemont, acorralado por los acontecimientos, promulgó una declaración de independencia que dejó en suspenso en el mismo acto. Una especie de malabarismo para intentar contentar a todos pero no contentó a nadie. Todo esto tras una multitudinaria manifestación por la unidad como no se había visto nunca en Cataluña.
Es obvio que no hubo independencia el 10 de octubre; solo hay que ver las caras de la gente, la falta de celebraciones y el desinterés internacional en pronunciarse al respecto. 

Tras el requerimiento del gobierno, finalmente Puigdemont terminó por reconocer "de aquella manera" que no había habido DUI en el último párrafo de la segunda carta al Gobierno central. 
"Finalmente, si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de la independencia que no votó el día 10 de octubre."
En este amenazador párrafo se aprecia claramente que no se declaró la independencia. 

Sin embargo, el Gobierno del Estado nunca tuvo voluntad de diálogo; ni en los años anteriores ni en las situaciones límite de las últimas semanas y se iniciaron los trámites para aplicar el artículo 155 de la Constitución que deja sin efectos la autonomía de Cataluña. Se trata de una decisión extrema más si tenemos en cuenta que estamos hablando de una nacionalidad histórica y singular en nuestro país.
Estábamos en una situación límite y encallada pero, contra todo pronóstico, Puigdemont ofreció al PP una convocatoria de elecciones a cambio de paralizar el 155. El Gobierno de Rajoy declinó la oferta dejando la sensación de que su objetivo era humillar al independentismo aunque eso podría significar irnos a una situación todavía más extrema. 
Y llegamos al presente, el 155 es una realidad, el Govern ha sido destituido como lo ha sido el jefe de los Mossos y los ministros de Rajoy se encargan del gobierno de Cataluña; la independencia ha sido declarada en lo que es un auténtico brindis al sol ya que ningún país o entidad la reconoce y el gobierno ha perdido el poder.

No parece muy democrático declarar una independencia con el 48% de los votos, con un referéndum sin garantías e ilegal y con un parlamento semi-vacío. Si los independentistas querían llevar el discurso a una defensa de la democracia, han demostrado una actitud pobremente democrática. Simboliza la unilateralidad que ha caracterizado ea el 'procés'Resultado de imagen de declaracion de independencia parlament

Mi pronóstico es que ya han chocado los vagones frontalmente y serán los ciudadanos los que saldrán perdiendo finalmente. 
El gobierno ha convocado elecciones para el 21 de diciembre. Posiblemente los partidos independentistas decidan boicotearlas; la CUP casi seguro que lo hace. 
Más de 2 millones de catalanes podrían quedar sin representación y esto recrudecería el conflicto en las calles. Dirigentes políticos como Puigdemont o Junqueras serían detenidos y convertidos en mártires políticos, sobre todo a la hora de construir un discurso internacional. 
Lo más peligroso puede ser la existencia de una administración paralela que no reconozca el gobierno elegido en las urnas y legisle al mismo tiempo que el Parlament. Finalmente, todo esto puede desembocar en situaciones extremas de violencia que no se han vivido hasta ahora. 
Este puede ser uno de los escenarios pero hay más. Quizás los partidos independentistas vuelvan a presentarse, vuelvan a ganar y vuelvan a proclamar la DUI entrando en un círculo de acontecimientos que puede no tener fin. 

Lo que es un hecho es la fractura social generada, no ya en Cataluña sino en el resto de España. Las posturas se han radicalizado y convertido en un "estas conmigo o contra mí". El llamamiento al diálogo ha quedado eclipsado ante las banderas de uno y otro lado. Este conflicto simboliza lo que es la sociedad de la posverdad en la que los sentimientos priman sobre la razón ante los continuos flujos de (des)información que engullimos constantemente sin pararnos a pensar en su veracidad; por eso es importante entrar a debatir con argumentos. 
Y en esas aparecen viejos fantasmas que creíamos superados pero nunca lo estuvieron sino que se encontraban en estado latente. Me refiero, por ejemplo, a la presencia del movimiento fascista en las movilizaciones y de como en un contexto de radicalismo se relativiza este gran problema nunca superado. Nunca se fueron, solo estaban hibernando y todos los demócratas verdaderos (de izquierda, centro o derecha) deberían condenar y distanciarse de estos grupos y partidos políticos verdaderamente anti-constitucionales. 

El Estado Español hasta ahora no ha puesto la política como solución sino que se ha dedicado a esgrimir la ley. No ha generado un discurso que sedujera a la sociedad catalana como si hizo David Cameron en Escocia sino que ha optado por la porra. Así será complicado construir un país en el que quepamos todos. Por parte del gobierno catalán, han declarado una independencia sin ninguna legitimidad; ni es legal ni cuentan con una mayoría suficiente para argumentar que se trata de una decisión democrática.
Ambas partes han cruzado el Rubicón y no parece ya fácil la marcha atrás. 
Espero que el sentido común se imponga y no lleguemos a situaciones extremas que no quiero ni mencionar aquí.