viernes, 2 de septiembre de 2016

OBAMA: LEGADO DEL PRESIDENTE "STING"

Parece que fue ayer pero en noviembre de este mismo se cumplirán ocho años desde la victoria de Barack Hussein Obama en las elecciones presidenciales en las que arrasó a John McCain y le valieron para convertirse en el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. 




Obama irrumpió en el panorama nacional estadounidense cual huracán que arrasa a sus adversarios. 
Y todo a pesar de que Hillary Clinton partía como clara favorita en el bando demócrata, pero el anhelo por ver a un país de tradición esclavista tener a un presidente negro, unido a su carisma y a sus discursos "kennedianos" dieron como resultado una oleada de ilusión que desbordó las previsiones de todos sus contrincantes. 

Obama ganó la partida a Hillary Clinton en unas primarias que ya quisieran para sí los partidos españoles. Se pueden recordar multitud de debates entre los candidatos y la posibilidad de votar de cualquier simpatizante, algo impensable en nuestro país (sobre todo lo de los debates) aunque, eso sí, como contrapartida lleva al sistema más bipartidista imaginable. 

Derrotada Hillary Clinton (y, posteriormente incorporada como Secretaria de Estado), Obama no tuvo problemas para ganar las presidenciales a un Partido Republicano muy mermado por las políticas de George Bush y por la profusión en el partido de ideologías de extrema derecha encarnadas en el denominado Tea Party.

Las dificultades empezaron a venir después y es que, podemos decir que Obama es víctima de sus propias expectativas, de lo que hoy se conoce como hype.
La desbordante ilusión que generó Obama llevó a pensar a mucha gente, y no precisamente todos de su propio país, a que los cambios en el panorama político, social, económico e internacional iban a ser tan profundos y significativos que traería poco menos un nuevo orden mundial. 

En primer lugar, nos debemos de poner en contexto. Estados Unidos es un país increíblemente complejo. Es tan complejo que conviven realidades tan divergentes como grupos científicos del más alto nivel (como la NASA) con fanatismos religiosos tan arraigados en la sociedad y las instituciones que se llega al punto que en muchos centros escolares todavía se estudia el Creacionismo. 

Por lo general, se trata de un país muy conservador. La economía de libre mercado es axiomática e indiscutible. Estamos hablando de un país donde no se dio realmente un Estado del Bienestar o, al menos, no como lo conocemos en Europa. Un país donde se defiende a capa y espada (nunca mejor dicho) el derecho a portar armas pero donde instaurar un sistema sanitario universal es tachado de poco menos que de comunista. Un país donde se reconocen los lobbies y se admite sin pudor y legalmente que financien a los partidos políticos, como la célebre Asociación Nacional del Rifle.




Con esas y muchas más contradiciones tuvo que lidiar Obama desde su primer día. Un Obama que, tampoco nos engañemos, no era precisamente un radical socialista pero, probablemente, sea el presidente más progresista y social que pueda aceptar la población de EE.UU. 

Si nos vamos a su legado en política nacional, está claro que su logro más reseñable es la instauración del Obama Care. Se trata de algo remotamente asimilable a un sistema sanitario europeo pero, al fin y al cabo, un comienzo.
La reforma inicial que pretendía Obama era mucho más ambiciosa pero la fuerte oposición del partido de la oposición y, especialmente, de su propio partido pusieron coto a la implantación de un sistema sanitario asimilable a los sistemas europeos. 
campaña contra el Obama Care tachándolo de comunista
Estamos ante un país en el que si enfermas y no dispones de seguro quedas a merced de la caridad privada. Incluso disponiendo de seguro, eso no garantiza absolutamente nada. Pongo un ejemplo, si un ciudadano tiene un seguro de un año y contrae una enfermedad de larga duración, al caducar el seguro no se lo van a renovar y va a quedar expuesto a sus posibilidades económicas. 

La reforma de Obama es intervencionista con las aseguradoras ya que pone topes económicos haciendo los seguros accesibles a las personas con enfermedades. Asimismo, "obliga" a los ciudadanos a adquirir un seguro bajo pena de multa en forma de impuestos más altos. Esta segunda parte tiene un tinte más liberal ya que implica que personas sanas tengan su seguro esperando que el mercado regule a unos precios más asequibles. 
Por último, pero no menos importante, la reforma prevee subsidios para las personas que no pueden pagarse dicho seguro. 

La contestación que tuvo esta reforma fue feroz desde el bando republicano, que se comprometió a derogarla en cuanto pudiera, y desde su propio partido hasta el punto de haberse llevado al Tribunal Supremo que resolvió en favor de Obama a pesar del tinte conservador de dicho tribunal.

En definitiva, su gran promesa y reforma suponen la mejor metáfora de lo que ha sido el tránsito de Obama en la Casa Blanca: la expectativa cumplida a medias. Ello propicia, en muchas ocasiones, una frustración enorme en la ciudadanía (no ya de Estados Unidos) sino en la del mundo que esperaba que fuera ese gran líder del siglo XXI, esa gran esperanza en la política mundial cuando deberíamos ser conscientes que, para empezar, en política no solo mandan los dirigentes votados por la ciudadanía; en algunos casos son meros títeres. 

Otro fracaso ha sido el de la restricción de armas. Estados Unidos es un país en el que la Constitución a través de su segunda enmienda garantiza el derecho a portar armas. Por lo tanto, se trata de una norma para los cincuenta estados que deja poco margen a la legislación. 
A lo largo de los últimos años el país ha asistido a masacres que han sido facilitadas por la extrema sencillez para acceder a un arma. Casos como el de la masacre del instituto Columbine con 15 muertos u otras más recientes como el atentado en el local gay de Orlando o la masacre de Aurora en 2012. Raro es el año en el que no acontece algún suceso de esta índole. 
A pesar de los intentos de Obama de restringir el acceso a las armas se ha encontrado con el bloqueo del Congreso y, en especial, del Partido Republicano que es financiado, entre otros, por el lobby de las armas, la Asociación Nacional del Rifle.

La política económica de Barack Obama puede considerarse keynesiana teniendo en cuenta las características de la economía y sociedad americanas. 
A pesar de ver incrementado el gasto social con diversas medidas destinadas a estimular la economía y a paliar mínimamente las enormes desigualdades, el déficit no ha parado de descender desde el terrible año de 2009.

 
fuente: Expansión

Una vez más, se pone en tela de juicio la falacia liberal por la cual se teoriza acerca de la pasividad que debe mantener el estado en la economía. 

El otro gran caballo de batalla para Estados Unidos ha sido la política exterior y la, íntimamente relacionada cuando hablamos de este país, la militar. 
En este caso, hemos asistido a fracasos como el incumplimiento de la promesa de cerrar el centro de detención y torturas de Guantánamo también con el freno del Congreso.

Obama cerró la intervención americana de Irak dejando tras de sí una terrible 
inestabilidad, caldo de cultivo para los nuevos movimientos terroristas.
Otros focos, como Siria o Libia, han sufrido intervenciones de Estados Unidos. Estamos ante dictadores (Gadafi, al assad...) que acceden al poder gracias al apoyo Occidente liderada por Estados Unidos hasta que dejan de ser meros títeres de sus intereses. En ese momento, no se duda en intervenir aun a costa de dejar países desolados como el propio Irak. 
El Imperialismo que ha practicado Estados Unidos no se ha basado nunca en la adhesión de nuevos territorios sino en el control político-económico a través de dictaduras títeres que favorecen a sus intereses sin importar la represión y el sufrimiento que ocasionan en su población.

Quizás su mayor éxito en el exterior ha sido la apertura del dialogo con Cuba y el anuncio del fin del bloqueo de la isla que dura desde 1960 en plena Guerra Fría con la URSS. 

En lo que respecta al cambio climático, la administración de Obama se ha mostrado mucho más sensible a esta cuestión que su antecesor republicano pero, como ha sido tónica en su última etapa, se ha visto bloqueado por la mayoría republicana. 

Muchas de las medidas estrella de Obama, como hemos visto, han sido frenadas en seco por una oposición que ostenta mayoría en el congreso. Esto no ha sido siempre así y se puede achacar a Obama que solo ha presentado sus medidas más atrevidas cuando ya no podían ser aprobadas. No deja de ser cierto pero también hay que recalcar que los presidentes americanos tienden a lanzar sus apuestas más arriesgadas en sus segundos mandatos ya que tienen la imposibilidad de presentarse a una tercera legislatura y no tienen nada que perder a nivel personal. 

El presidente sting (aguijón, como le gusta que le llamen) deja luces y sombras. Un tipo con una oratoria magnifica y muy carismático que ha roto muchos prejuicios en el país y ha supuesto un simbólico avance en la lucha por la igualdad racial en un país en el que, a menudo, vemos muertes de negros causadas por prejuicios raciales. 
Una política económica opuesta a la que se ha llevado en estos lares en los últimos años que le ha servido al país para salir de su crisis pero en cuestiones de legado, de trascendencia política, las medidas estrella del presidente no se han llevado a cabo o lo han hecho solo a medias (como la reforma sanitaria). 
Veremos si el país elige ahora a su primera mujer como Presidenta o bien tira hacia un candidato no solo de extrema derecha, sino al que parece faltarle algún que otro tornillo como a Donald Trump pero, al mismo tiempo, tremendamente populista lo que le ha granjeado grandes apoyos de las clases medias a sus medidas xenófobas. 

El futuro lo dirá...


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