domingo, 20 de noviembre de 2022

SABER MARCHARSE



El 5 de mayo de 2021 Pablo Iglesias decía adiós a la política. En aquel momento pareció una salida acertada, generosa y honesta. Cuando reconoció que él no sumaba y que movilizaba a lo peor de los que odian la democracia, dio la impresión de que su presentación a las elecciones de Madrid suponía un último servicio, a modo de sacrificio personal, para frenar la sangría de votos de Podemos en particular y dar una posibilidad (remota) de gobierno a las izquierdas. Personalmente, me alegré por él, ya que no he visto una persecución similar a nadie en este país. Creo que nadie tiene que aguantar tanto odio, que eso no va en el sueldo de ningún político y, además, había trabajado desde el gobierno por las clases populares. 

Pablo Iglesias se fue, pero dejó un dedazo. Señaló, sin consultarle, a Yolanda Díaz como su sucesora en el liderazgo del espacio a la izquierda del PSOE. Esta decisión entrañaba una serie de riesgos: el principal lo suponía que Yolanda no era militante de Podemos sino del PCE, por lo que se trata de una política externa al partido principal de la coalición. En Podemos fue Ione Belarra quien asumió el liderazgo, en parte por el injusto desgaste de Irene Montero sometida a una cacería similar a la de Iglesias. 

Pasaron los meses y Pablo Iglesias terminó volviendo a la escena mediática con diversas colaboraciones y un podcast bastante interesante, pero con ciertas dosis de hipocresía de la que más adelante relataré algunos ejemplos. 



En principio parecía una noticia que no tenía por qué ser negativa: aprovechar el capital político y mediático de Iglesias para ganar voz en el espectro mediático. El problema es que el tiempo está evidenciando que la salida de Iglesias de la política fue un paso en falso. La sensación es que Iglesias sigue ejerciendo el liderazgo en su formación, pero ya sin pasar por órganos internos ni tener que dar cuentas de nada. Su voz resuena y queda como la posición oficial del partido, sobre todo por la ausencia de reprimendas desde el supuesto liderazgo del partido. 

Desde su podcast y desde otras colaboraciones, Iglesias se ha convertido en aquello contra lo que irrumpió "El típico izquierdista tristón, aburrido, amargado" como decía en 2015 en relación a Izquierda Unida y a su estrategia de visitar sistemáticamente los medios de comunicación, esos que ya en 2015 eran igual de manipuladores y cloaqueros que en el presente. 

Iglesias marca el ideal de pureza en la organización, dice a todo el mundo lo que tiene que hacer y cómo actuar y se dedica a dar listas negras de los medios a los que se puede ir y a los que no. Asimismo, está dedicado a señalar a periodistas a los que no hace tanto tiempo alababa e incluso invitaba a su podcast. Veáse el caso de Maestre o Vallín. Para Iglesias, cualquier crítica es producto de las cloacas y de traidores que se han confabulado con el enemigo. Precisamente, con esta actitud diluye el significado lo que han sido las cloacas contra Podemos. Ha sido algo real y practicado desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, desde la judicatura y desde los medios de comunicación contra Podemos. Por eso,acusar precisamente a los que han denunciado esto de traidores, pierde toda la credibilidad. 

El principal problema de Iglesias está siendo su tono, que le quita cualquier conato de razón. No se puede llamar miserable a Yolanda Díaz (todavía le cuesta atreverse a nombrarla) y, al mismo tiempo, esperar que esto ayude a que Yolanda recapacite y decida incorporar a Podemos en su coalición. Puede llevar razón Pablo Iglesias en que Yolanda los está desplazando, en que lo de Andalucía fue una chapuza; pero ¿en qué ayuda insultar? Pues ha ayudado a una Ayuso de la que se ha quitado el foco mediático tras la histórica manifestación por la Sanidad. 

Pablo Iglesias defendía lavar los trapos sucios de puerta para adentro; sin embargo, no parece haberse aplicado el cuento en el contexto actual. Sus críticas semanales erosionan el espacio de la izquierda. Mientras tanto, desde Podemos callan. 

Uno de los principales problemas, es que toda esta pureza que defiende Pablo Iglesias salta por los aires con ejemplos como el de esta semana. Desde su podcast, no se le ocurrió nada mejor que hacer un programa sobre el Mundial de Catar para criticar la vulneración de Derechos Humanos, los trabajadores muertos y el hecho de ser una Dictadura fanática. Hasta aquí bien, solo que se le "olvidó" mencionar quien está haciendo negocio en España de esto. Nada menos que Jaume Roures, dueño de los derechos televisivos, conseguidos a base de sobornos, que ha comerciado en España y de los que (entre otras cifras) ha obtenido 40 millones de euros de dinero público de Televisión Española por 20 partidos (a 2 millones por partido). ¿Cómo puede alguien dar lecciones de moralidad mientras no denuncia estas cosas? Y no hablemos del cierre de Público en papel y de cómo se dejó en la estacada a los trabajadores. 



Ahora mismo, Pablo Iglesias está restando. Se ha convertido en un agente destructor de cualquier posibilidad de unidad política en la izquierda, moviliza a unos pocos seguidores muy activos que son incapaces de verle ninguna imperfección a su líder; pero eso tiene un techo y está muy bajo. Pablo Iglesias está condenando al espacio de la izquierda a una posición muy marginal, fomentando la división y la voladura de puentes entre los mismos militantes. Atrás quedaron los tiempos en los que defendía un Podemos transversal y visitaba medios de todos los colores, incluso a los fascistas de Intereconomía.
Asimismo, le está haciendo un flaco favor a Belarra y Montero que debían liderar un nuevo Podemos, más feminista e instrumento para mejorar la vida de la gente desde los Ministerios que ocupa. Su actitud beligerante propicia que el foco mediático se focalice en él y que las Ministras desaparezcan del mismo.  

Podemos tiene varias opciones. Una de ellas sería la de distanciarse de Pablo Iglesias. Basta con que salga Belarra a decir que Iglesias se representa a sí mismo y que quién habla por el partido es ella o en quien delegue. Otra opción pasa por ir a la guerra con Yolanda Díaz. En cualquier caso, esa guerra habría que declararla desde la sede del partido, no desde un podcast del ex-Secretario General. La situación actual es difícilmente sostenible y nos lleva a la irrelevancia política y, con total seguridad, a un gobierno del PP con Vox que amenaza con acabar con la democracia y los derechos que disfrutamos. 
Si Podemos entiende que el acuerdo con Díaz es imposible, no tiene sentido que sigamos igual. Debería anunciarse que Podemos va a concurrir a las elecciones en solitario y que cada uno busque sacar el mejor resultado, pero cejando en los ataques personales y políticos. 
La última opción pasa por intentar el acuerdo con Yolanda Díaz. Por supuesto, Díaz también debe poner de su parte. Creo que es la mejor opción, pero también la más difícil de llevar a cabo. 

Hay demasiado en juego y estamos jugando con fuego. 


domingo, 10 de julio de 2022

¿HASTA CUÁNDO VAIS A AGUANTAR?


Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Esta frase pronunciada por Cicerón hace más de dos milenios puede transmitir la situación que se nos está quedando en el mundo y en nuestro país. 

Estas últimas semanas el Grupo Prisa está transmitiendo por fascículos (el mercado manda) una serie de audios entre el Comisario Villarejo y determinados personajes políticos y mediáticos. 

Lo que plasman estos audios es, en la práctica, una conspiración golpista contra el sistema democrático. Hemos asistido a audios que demostraban campañas fabricadas para desprestigiar o eliminar al adversario político, fundamentalmente a Podemos y a partidos independentistas catalanes. 

Vimos a Dolores de Cospedal, nada menos que la Ministra de Defensa y Secretaria General (Nº2) del partido que gobernaba este país conspirar para sacar a la luz casos falsos que desprestigiasen a Podemos en momentos en los que las encuestas les daban con posibilidades de liderar un gobierno en España. 





Lo mismo ocurrió con Fernández Díaz, operaciones encaminadas a destruir la reputación y asesinar políticamente a los afectados. Los audios se comentan por sí solos. 


El esquema para este tipo de cuestiones es sencillo: se difunde en los medios, con suerte algún juez afín admitirá a trámite querellas y durante muchos meses se estará hablando en medios de comunicación de estos. Cuando el asunto se archive, se omitirá la información en los medios. 

Ahí entra el agente esencial: los medios de comunicación que llenan horas de tertulias con escándalos y luego no informan ni piden perdón cuando los casos se archivan. Hoy lo que tenemos es a un partido y dirigentes odiados por la opinión pública. Es complicado mantener una charla en la calle (y no digamos en otros espacios) sin que no salgan: "Venezuela", "niñera", "Irán", "nos van a quitar nuestra casa los okupas"... Todo basado en bulos, mentiras y falsedades; pero ahí a quedado. El resultado es que Podemos, aun gobernando, está más o menos donde querían: siendo minoritario, supeditado al PSOE y no pudiendo aplicar su programa. Podemos nunca liderará un gobierno en nuestro país porque los poderes oligárquicos lo han impedido. Han tenido éxito y que esto se sepa no servirá de nada. 

La última ha sido la de Antonio García Ferreras, alias "Más periodismo" reconociendo que daba difusión a noticias que le parecían burdas. Periodismo no es difundir informaciones sin contrastarlas, más bien es lo contrario al periodismo. 



El ataque a la democracia se ha producido desde el tercer y el cuarto poder. El lawfare es el nuevo golpe de estado porque destruye políticamente al adversario sin necesidad de emplear la violencia física. Y los medios son los principales colaboradores. Gente como Ana Rosa Quintana, Vallés, Herrera, el propio Ferreras son los que han prostituido el periodismo y lo han entregado a una causa antidemocrática que ha sido la cacería contra Podemos y los independentistas. La crítica es legítima, la crítica basada en la mentira no lo es. 

La otra cuestión es que tenemos una ciudadanía con un bajo nivel democrático y una cobardía supina. El "todos son iguales" es una justificación para seguir votando corruptos una y otra vez. Anguita decía que si se votaba a un corrupto un a segunda vez la culpa ya era del votante. Eso es lo que está ocurriendo ahora mismo. La cobardía que mucha gente tiene metida por su segunda vivienda o por supuestas subidas de impuestos (que solo se proponen para rentas altas) hace que se siga votando a los mismos políticos golpistas una y otra vez y sigan fiándose de los susodichos mencionados antes a la hora de informarse. 

No cambiará nada porque nuestro país tiene difícil solución. Mañana Ferreras volverá a presentar ARV y diciendo aquello de "más periodismo", los jueces prevaricadores seguirán resolviendo recursos de Vox al constitucional, y Feijoó "el Moderado", que se fotografiaba con Narcos en yates, será Presidente de España con la colaboración de empresarios, medios de comunicación y jueces, pero particularmente con el voto de millones de ciudadanos de bandera en pulsera y de sueldo SMI. 

Esto ya apesta. ¿Hasta cuándo vais a aguantar?

PD: hay que señalar a Ferreras, no al que trabaja con el. Recuerdo que Pablo Iglesias empezó a debatir en espacios ten "periodísticos" y "democráticos" como Intereconomía o La Sexta Noche con tertulianos tan éticos como el propio Inda o Jiménez Losantos. A gente como Maestre habría que criticarles por autocensurarse para mantener la silla, cosa que aun no ha hecho (de hecho lo han echado ya de un par de sitios por no hacerlo). Por ejemplo, si guarda silencio por esto de Ferreras sería criticable, pero no si sigue acudiendo a su programa a defender unas ideas que es bueno que estén representadas. 

jueves, 28 de abril de 2022

EL DECLIVE DE NETFLIX


Por primera vez en diez años Netflix ha perdido suscriptores, concretamente 200.000 personas han desaparecido de la plataforma reina de los servicios de streaming en el mundo. Ello ha provocado una caída en la bolsa bastante importante. 

En los últimos días y meses, se han producido los análisis y los globos sonda de la multinacional para explicar los motivos de la reducción de ingresos, beneficios, etc. La sensación que tengo, desde la barra de bar, es que los dirigentes de Netflix están desconectando de forma flagrante de la realidad y de sus propios suscriptores, lo que explicaré a continuación. 

En primer lugar, creo que hay que relativizar la gravedad de la caída de las suscripciones en tanto en cuanto la plataforma dejó de operar en Rusia perdiendo todo un mercado nacional. Ahora bien, las expectativas de la plataforma es a seguir perdiendo clientes de forma progresiva hasta llegar a los dos millones. ¿Cuáles son las causas para explicar esto? Ahí van unas píldoras: 

1) La competitividad en el sector: el mercado ha evolucionado en los últimos años y Netflix ya no es el monopolio que fue. Han entrado muchas plataformas con ofertas que, si no en cantidad, sí pueden rivalizar en calidad con Netflix: HBO Max, Disney Plus, Filmin, Amazon Prime... De hecho, muchas series y películas con las que contaba Netflix han pasado a estas otras plataformas. 

2) El precio: Netflix cuenta con una política de precios disuasoria para el usuario. Cabe decir que dispone de 3 planes. a) El básico cuesta 8€ pero ni siquiera ofrece una calidad de imagen HD. Algo que hoy en día resulta incomprensible. Además, no permite visionar la plataforma más que en un dispositivo. Este plan se encuentra totalmente desfasado y fuera de la realidad. b) El estándar cuesta 13€ y permite HD y 2 dispositivos c) El premium cuesta 18€ y permite cuatro dispositivos.

Sorprende que Netflix no ofrezca una suscripción anual que permita ahorrar a los suscriptores más fieles. Esto propicia que la gente se suscriba para ver una serie o película puntual y se dé de baja en cuanto lo ha visionado. No son precios que fomenten la fidelidad del cliente. La propia política de la plataforma de subir temporadas enteras de golpe y no de forma paulatina, incentiva a esto. 

Por otra parte, volvemos al tema de la competencia. Por el precio de una suscripción premium de Netflix, una persona puede tener juntas dos o tres de las plataformas señaladas con anterioridad (dependiendo de si escogen suscripciones mensuales o planes anuales). Y no hablamos si se comparte los gastos de la cuenta. 
Además, hay que señalar que Netflix ha subido los precios tres veces en cuatro años. Es, con diferencia, la plataforma más cara.

3) El Catálogo: ya hemos señalado la fuga de series como Friends o películas de Marvel a otras plataformas, con lo que el catálogo ha perdido atractivo. A ello hay que unir la percepción de los usuarios de que la plataforma engulle prácticamente todo sin un control de calidad mínimo y ello hace que el catálogo de la plataforma tenga una calidad muy irregular. Asimismo, la plataforma se ha convertido en una máquina de cancelar series, lo que tampoco complacerá a los fieles de las mismas. 

4) El algoritmo: muchos usuarios se quejan del interfaz y el algoritmo que no realiza recomendaciones adecuadas al perfil del usuario y que dificulta encontrar lo que queremos.

Hasta aquí mi opinión sobre las causas que hay detrás de estas pérdidas.
Creo que lo más grave es el diagnóstico que ha realizado Netflix de todo esto. Repito, desde la barra de bar, sin tener los datos o encuestas que tiene Netflix. 

¿Cómo explica esto Netflix? ¿Qué propone?

1) Las cuentas compartidas. Mucha gente salva la barrera del precio compartiendo cuenta y gastos, con lo que una suscripción de 18 euros se queda en 4,5€ si la compartimos con tres personas. Este precio es mucho más asequible. La propia plataforma fomentó  esta práctica.

   

Pues bien, ahora no les gusta y están dispuestos a "echar abajo" esta práctica. ¿Cómo? Parece que cobrando un suplemento a la gente que siga con esta práctica. 
En mi opinión, esto sería un gran error, porque desincentivaría el pago de la suscripción para mucha gente que no ve con regularidad la plataforma. Teniendo en cuenta que la competencia no tiene estas limitaciones... Creo que es pegarse un tiro en el pie o escupir hacia arriba. 

2) Plan más barato con publicidad. ¿En serio? ¿Esto era la televisión del futuro? ¿Ver series y películas con anuncios? ¿De verdad?

Estas son las propuestas de Netflix para ganar más gente. No soy un experto en marketing ni tampoco un visionario, pero me voy a permitir el lujo de dar un par de claves y pistas a Netflix desde mi perspectiva de usuario.

Señores de Netflix, ¿no han pensado producir menos cantidad de series y cribar los contenidos por calidad? 79 estrenos algunos meses son muchos y no creo que nadie los pueda ver todos. ¿No sería más sostenible reducir los estrenos pero que sean de buena calidad? Tampoco creo que sea buena imagen de marca ser la plataforma de la cantidad, pero no de la calidad. Creo que plataformas como HBO entienden muy bien este concepto. 

Por otra parte, creo que deberían desechar el plan básico y sustituirlo por otro plan que permita el HD. Al mismo tiempo, quizá una suscripción anual en la que el usuario ahorre al menos un par de meses generaría una mayor fidelidad de los suscriptores. 

Con la base y el catálogo de Netflix, creo que lo que queda es aprender a ajustar los esfuerzos económicos y no ser tan prepotentes. Netflix debería escuchar más a los usuarios y dejarse de medidas tan impopulares como acabar con las cuentas compartidas que pueden cabrear mucho a sus usuarios y más en un contexto de creciente competencia.