viernes, 10 de julio de 2015

UN IRRESISTIBLE DESEO DE DERROTA (artículo de Santiago Alba Rico)

En relación al devenir de los últimos acontecimientos entorno a Podemos se han escrito varios artículos. Uno de los que me ha parecido más ilustrativos es el siguiente del que, además, os dejo su enlace si pincháis aquí.

Santiago Alba RicoEnsayista y filósofo
Podemos nació de un impulso mágico en relación con el cual ningún modelo organizativo podía dejar de ser decepcionante o banal. Todos sabemos la oportunidad que franqueó y las muchas cosas buenas que se han obtenido. Pero, empujados por la presión antagonista y por algunos errores comunicativos autolesivos, no sólo ha perdido su frescura sino que ha entrado en un precipicio organizativo “conservador” a veces inquietante, causa y efecto al mismo tiempo de la disfuncionalidad o inhabilitación de los órganos elegidos en Vistalegre, realmente plurales y prometedores pero atrapados en un “juego de tronos” que los ha vuelto inoperantes y a menudo frustrantes y dolorosos para sus propios miembros. Como colofón ahora, a pocos meses de las elecciones más importantes de la historia reciente de España y cuando ganar es menos una oportunidad que un deber político y moral, se convocan unas primarias semicandadas y a la carrera, primarias que, como era de temer, han desembocado en una lista “oficial” introspectiva con muy pocas posibilidades de movilizar gente normal para la campaña y para el voto. No es que los nombres que forman parte de ella no lo merezcan o no sean en algunos casos imprescindibles; es que no es una lista ni abierta ni plural ni de unidad popular; y no contiene ninguno de esos candidatos “de autoridad” que, a tenor del perfil del electorado, podrían marcar la diferencia.
¿Podría ocurrir algo peor que el hecho de que la dirección de Podemos declare su intención de no ganar las elecciones? Sí, que un grupo mixto de izquierdistas líquidos y sólidos se una con el propósito de que Podemos las pierda. En la lista de firmantes del manifiesto de Ahora en Común veo nombres ante los que me inclino con admiración intelectual y afecto personal. Estoy de acuerdo con ellos en su malestar y sé, porque los conozco, que obran con las mejores intenciones y a partir de los más altos principios. Pero con la suma de tantas virtudes —más el oportunismo estratégico de Alberto Garzón e IU, a los que nadie puede reprochar que aprovechen la ocasión— llegamos a un resultado paradójico e inquietante: en vísperas de las elecciones más importantes de la historia de España y cuando ganar es un imperativo moral, la crítica razonable a las primarias y a las listas oficiales propina el último empujón hacia el abismo. ¿Alguien con un mínimo de racionalidad común puede creer que esta iniciativa va a ser capaz de desbordar Podemos, apropiarse sus votantes y sumar todos los que faltan en el exterior para derrotar el bipartidismo? Seguro que muchos de los que participan en Ahora en Común obran a partir de una justificada alarma y se sienten a la altura de sus convicciones y de sus principios, pero la cuestión es más bien si no están por debajo del desafío histórico concreto ante el que nos encontramos. Sólo desde la abstracción más olímpica o desde la concreción más partidista puede ignorarse que, tanto si se trata de practicar la eutanasia a Podemos como de forzar a su dirección a una negociación, con este gesto se entra en una dinámica que, en el mundo concreto en el que vivimos, sólo puede ser perdedora. Perdedora para la gente normal que quiere ganar algo y no todo; perdedora para la gente que prefiere hacer una choza con un poco de paja antes que una majestuosa catedral con una gran derrota.
Es verdad que la gente normal -con la que hablo de Podemos en el pueblo de Castilla donde paso mis vacaciones- se mantiene completamente al margen de este deplorable “juego de tronos”. Pero por desgracia lee periódicos malos y ve malos canales de televisión y asisten a esta pugna en torno a Podemos y lo que entienden les da un poco de repelús. La gente normal, cuyo voto queremos, no identifica a la izquierda con Stalin o con Venezuela; eso les da un poco igual; la identifica con La Vida de Brian, es decir, con las divisiones sectarias, las miserias narcisistas y la incapacidad para ponerse de acuerdo. Eso sí quita votos. La gente no confía en políticos que no son capaces de dejar a un lado sus diferencias y ponerse de acuerdo. Seguimos con nuestros tics de madriguera de vieja izquierda; seguimos queriendo “tener razón” en las catacumbas, olvidando que no estamos en una asamblea cuatrogatuna sino delante de todo el mundo y que  por primera vez en décadas -si no nos lo impedimos a nosotros mismos- podríamos cambiar el país. Podemos hace la lista que menos puede convencer a la gente normal y Ahora en Común hace la oposición que más puede disuadir a la gente normal. Enhorabuena. Pocas veces se habrá visto tan poca altura de miras en una situación más favorable: una dirección tan descargada de razón y una razón crítica tan irresponsable.
La oferta que hacemos a los electores, de los que depende cualquier cambio, es ahora ésta: tenéis que elegir entre los que no quieren ganar y los que quieren perder. El peligro de que un sector de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, refundara IU siempre ha existido, pero había que buscar una alternativa que no fuera resucitar a IU. Eso es lo que hace Ahora en común y para nada. Así que en las próximas elecciones, en lugar de confluencias sustractivas o no-confluencias disuasivas, nos vamos a encontrar con el milagro de la multiplicación del cero absoluto: dos Izquierdas Unidas (¡dos!) y no una sola, igualmente membranosas y contraproducentes, que obtendrán -digamos- el 10% y el 5%, con lo que juntas podrán formar ocho o diez grupos parlamentarios desavenidos, de vuelta poco a poco -en espiral contractiva- hacia los alvéolos mohosos de los que nunca deberíamos haber salido.
Es difícil ser de izquierdas; hay que estudiar mucho, leer mucho, debatir mucho. Pero más difícil es ser normal. Lo más difícil de todo, en cualquier caso, es ser de izquierdas y normal. Conozco sólo a tres personas y una está ya en el manicomio. Lo que hay en mí de izquierdista me inclina irresitiblemente hacia el maniobrerismo, el sectarismo, el justicierismo y el alineamiento de principio. Lo que hay en mí de normal (ese hombre normal que quiere votar a Podemos como a un bien pequeño y no a un mal menor) me inclina cada vez más a la misantropía. Entre tanto, ahí fuera, cuanto más llueve menos paraguas hay. Podemos lo ha hecho mal y Ahora en común lo ha hecho peor.  Pero ahora esa es la realidad real y la verdad verdadera con la que hay que contar para dar el próximo paso. Podríamos estar en otro sitio y en mejores condiciones y podemos limitarnos a echarnos la culpa unos a otros y endurecernos en nuestras posiciones. Me guardo mis rimpianti, mis reproches y mis rencores para cuando hayamos perdido o no podamos ganar. Ahora el realismo obliga -en vísperas de las elecciones más importantes de la historia de España y cuando aún es posible cambiar el país- a abordar la situación, de un lado y de otro, como si realmente las dos partes quisieran ganar. Y la gente normal, ahí fuera, existiera.
De aquí a septiembre, en definitiva, Podemos debe reaccionar, abrirse de verdad en todas direcciones, reapropiarse la ilusión de esa voluntad de cambio que ni Ahora en Común -ni ninguna otra fuerza- está en condiciones de capitalizar. Ahora en común es un error, pero también un síntoma. Señala el punto por el que Podemos puede romperse el espinazo. Si eso ocurre, no habrá ya alternativa posible y volveremos todos a frotarnos las patitas, como moscas ensimismadas, en un rinconcito del régimen del 2015, aún más sombrío, injusto y represor que el del 78. Podemos aún puede rectificar y generar ilusión; Ahora en Común aún puede aportar razón de otra manera. La gente normal, en resumen, aún podría ganar si no nos empeñamos en ser “de izquierdas” en un momento en el que sólo se nos reclama un poco de buen oído y un poco de buen juicio.

FIN DEL ARTÍCULO

Del artículo coincido con el fondo, con lo más importante, pero yo añadiría algunos matices.

En primer lugar, el suicidio político de Podemos lo está llevando a cabo la cúpula. Desde la Asamblea de Vistalegre, como bien se indica en el artículo, los desplantes a los orígenes de Podemos, a esa "alma" del 15M han sido continuos y cada vez más flagrantes.

Las primarias de Podemos, en especial las anunciadas para las generales, están "masticaditas" para que salga la lista oficialista. Se ha optado por una circunscripción única y un formato de listas "plancha", es decir la posibilidad de votar a un grupo completo deja sin opción a formar una lista plural en la que todas las voces puedan ser representadas.

La cúpula de Podemos, poco a poco, ha ido avanzando hacia un sistema de un partido comunista tradicional en el que se mantiene una apariencia de cara al exterior de democracia interna pero que, realmente, todo está muy guiado y hay poco o nulo espacio de la disidencia.
Como en el Partido Comunista Soviético habría un "congreso central" que se va reuniendo de una forma muy esporádica, en teoría anual, que sería asimilable a la asamblea. Ese Congreso elegiría un comité Central (aquí Consejo Ciudadano) que elegiría un Politburó (Consejo de Coordinación en Podemos). Asimismo, tenemos el cargo de Secretario General que es el que más manda y que gobierna con su consejo de Coordinación que él mismo propone y un consejo ciudadano elegido en lista plancha sin ninguna pluralidad.

Cierto es que Podemos es un partido donde la crítica interna existe con cierta fluidez pero es algo que la cúpula empieza a tender a apagar incluso con métodos cada vez más represivos.
Con este contexto era complicado pensar que no surgieran grupos "disidentes". Algunos con la voluntad inequívoca de destruir y otros, como se señala en el artículo, con ganas de retornar a los orígenes más sociales y menos burocráticos de Podemos.
Entiendo que puede ser una buena forma de presionar a la cúpula y que, al menos, escuchen lo que sus bases le están diciendo sobre el sistema de primarias. 
De cara a las elecciones y con los nombres que hay ahora no cabría posibilidad en este momento de aspirar a nada con dicha plataforma.

Pablo Iglesias y su consejo están convirtiendo Podemos en una maquinaria alejada de las bases en la creencia de que, de esa forma, se multiplicarían las posibilidades de ganar. En mi opinión, es una concepción totalmente equivocada. Donde Podemos más puede triunfar es llenando ese espacio de Democracia Radical, real y directa. Estoy de acuerdo en que el eje izquierda-derecha no es la solución; la solución está en otro modelo de partido que vaya más allá y se plantee la participación como un principio irrenunciable.

Como señala Alba Rico, la senda que todos seguimos ahora mismo nos lleva a la derrota inevitable ante las fuerzas financieras que gobiernan el país y que dirigen al PP y al PSOE. 
Podemos todavía tiene tiempo de replantearse su estrategia y decidir si quiere ser fuerza de gobierno o fuerza bisagra para el PSOE. Tiempo hay, pero el reloj no para y cada día que pasa avanzamos más hacia la segunda opción. Ojalá me equivoqué.

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