Así es como titulo lo que fue una jornada electoral en la que no ganó nadie y tampoco perdió nadie. España decidía entre lo viejo y lo nuevo y...parece que, al final, no nos decidimos. Parece como los típicos triángulos amorosos de las películas de Hollywood en los que un chico/a está entre dos chicas/os y no se decide porque le gustan ambas personas y en el fondo le gustaría tener a ambas. Pues eso nos pasa, nadamos y queremos guardar la ropa.
fuente: elpaís.com
Por supuesto, a estas alturas ya hemos asistido a una alta variedad de análisis de la cuestión.
Intentaré no repetir en exceso las ideas que se han ido vertiendo a través de los distintos medios y de las asociaciones nacionales de opinión. Algunas de gran prestigio, como la Asociación Nacional de Cuñados (como dirían por twitter).
Una de las principales cuestiones que se dirimía era la del fin del bipartidismo. Y estamos de nuevo con el sí pero no.
Por una parte, con los resultados actuales vemos que hay 4 fuerzas con opciones reales (aunque Ciudadanos se ha descolgado un poco) de gobernar este país algún día y eso no es moco de pavo. Parecía impensable hace un año y medio esta situación pero hoy podemos decir sin miedo a equivocarnos que tarde o temprano gobernará este país un partido que no sea ni PP ni PSOE.
Por otra parte, a pesar del tortazo, PP y PSOE siguen teniendo el 50% de los votos de este país y pueden conformar un gobierno entre ellos. Es decir, desde las elecciones europeas no ha retrocedido el bipartidismo. Está muy claro que los poderes económicos han hecho su trabajo a través de diversas campañas mediáticas y sociales y han conseguido diluir el efecto de las formaciones emergentes como Podemos.
Ahora bien, es muy complicado esperar que los cambios se produzcan de la noche a la mañana ni de un año para otro. Este país lleva comiendo casi cuarenta años lo mismo y no podemos esperar que esto pueda variar de golpe.
En mi opinión, Ciudadanos no solo no representaba la posibilidad de un cambio real sino que se trataba de una reacción de la oligarquía financiera para frenar las altísimas expectativas de Podemos. Dejo que lo diga el presidente del Banco Sabadell:
No podemos obviar una serie de cuestiones sociales como las redes clientelares que los grandes partidos han ido tejiendo a lo largo de estos últimos treinta años. Especialmente acentuadas en comunidades como Andalucía, imposibilitan, socialmente, un cambio de forma inmediata. Y aun así vemos como el bipartidismo retrocede, aunque menos.
En las zonas urbanas se cumple la tradición y demuestran mayor aperturismo. Ahí tenemos la provincia de Barcelona que ha dado el triunfo a En Comú Podem, Madrid o Valencia (con todas las reservas que demuestra que en estas últimas haya ganado el PP). En las provincias más ruralizadas como la España interior o la Andalucía interior cuesta bastante más aunque también se muestra movimiento.
Todo esto no hace sino acrecentar el mérito de haber sacado 69 diputados por parte de Podemos a unas primeras elecciones. Podría haber sido mucho mejor si no se hubiera incurrido en una serie de errores de bulto y grandes vicios en este tiempo. Eso sí, la campaña electoral ha sido magnifica desde el punto de vista nacional y quedará para los anales la actuación del candidato de Podemos en los distintos debates.
Tampoco debemos de mirar a otro lado cuando vemos los resultados del PP y comprobamos que están en torno al 28%. Esto denota que nos falta mucho para tener una sociedad democráticamente sana. No me parece mal que se vote a un partido de derechas, que pueda defender la privatización de servicios y los recortes. Lo que me parece preocupante es que se vote a un partido que ha elegido la corrupción su modo de vida y que, encima, han salido imputados elegidos para el congreso.
Esto no se arregla en cuatro años, se arregla con educación en valores democráticos y con mucha voluntad.
Y, repito, me da igual que el partido sea de izquierdas o derechas; lo mismo puedo decir del PSOE en Andalucía.
Lo que está claro es que más de 7 millones de personas han elegido a un partido que ha robado a los españoles y piensa seguir haciéndolo. Cada uno es responsable de su voto pero si te engañan una vez es culpa de ellos, si los vuelves a votar entonces la culpa será tuya. Cuando salte el siguiente escándalo, que nadie se sorprenda.
Y no vale la excusa de que todos son iguales. Cuando roben los otros ya se podrá decir, mientras tanto esos siete millones de personas han votado a un partido corrupto.
No voy a profundizar en los resultados del resto de partidos. Creo que nadie ha perdido. El PSOE ha salvado los muebles y mantiene la segunda posición en votos (por muy poco) y en escaños; Ciudadanos ha sido víctima de sus expectativas y su ambigüedad deliberada respecto a apoyar al PP y Podemos ha obtenido un resultado producto de una campaña magnifica tras empezar muy desinflado en las encuestas.
Quiero entrar un poco en la Ley D´Hont y en la circunscripción provincial. Es una vergüenza que a Izquierda Unida le cueste casi 500.000 votos sacar un diputado y a PNV o PP apenas 50.000 votos.
Está claro que el sistema beneficia a los grandes partidos y a los nacionalistas que concentran el voto pero ya clama al cielo que esto pase y urge un cambio en la ley electoral y en la circunscipción (algo que acabaría con el problema de los cuneros) ya que, al fin y al cabo, no se representa en el Congreso a la provincia sino al partido que impone una disciplina de voto.
Salen del parlamento fuerzas como UPyD que, en su momento, trajeron ciertos aires nuevos y ha sido absorvido por el tsunami del IBEX que es Ciudadanos.
No puedo obviar el gran resultado de PACMA que ha obtenido más votos que UPyD, ojalá que esto sirva para que las reivindicaciones en favor de los derechos de los animales vayan entrando en la agenda política ya que están en la agenda social.
Para terminar, los españoles han votado diálogo. Se abre un tiempo en el que los acuerdos puntuales pueden y deben ser el pan nuestro de cada día. Las formaciones tendrán que aprender a hablar y escuchar al resto. Esto será bueno a largo plazo y nos ayudará a mejorar nuestra calidad democrática.
Quizás necesiten otras elecciones en un par de meses para darse cuenta pero tarde o temprano no les quedará otra.
ACTUALIZADO: Puedes ver el debate íntegro pinchando en este enlace. ACTUALIZADO: !Ya tenemos datos de audiencia del debate¡ No han defraudado. Lo más visto del año con 9,2 millones de espectadores y un 48% de share que vienen a confirmar el interés por la política de la ciudadanía y sus deseos de debates abiertos y sin corsés. Se acabó el debate y es tiempo de balances.
Una primera lectura es la importancia en la celebración de estos debates y en que esto no debe tener vuelta atrás. También esperemos que sea la última vez que un candidato no se atreve a debatir junto al resto de candidatos. Este hecho demuestra que nuestra democracia no está madura aún; a pesar de los avances fruto de esta crisis que despertó muchas conciencias y del 15M, producto de dicha crisis y que ha contribuido a llevar el interés por la política a muchos hogares en los que se percibía como algo alejado de las personas cuando nos afecta tanto en nuestra vida diaria y que, en mi opinión, inunda todos los aspectos de la vida de las personas. Lo primero reseñable, como ya he señalado, es la ausencia del candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy. Esto ya ocurrío hace siete días en el debate que organizó ElPaís.La diferencia aquí, es que la cadena de televisión se ha plegado a las exigencias del Partido Popular y ha tenido que "tragar" con la designación de Soraya Sáenz de Santamaría. Es una forma de ir y no ir. Han debido estimar que la presencia de Rajoy podía hacer peligrar muchos votos, esto dice por si sólo la fe que le tienen a su candidato, y han estimado mejor dejar al candidato para comentar el fútbol o acudir a entrevistas del corte de la que mantuvo con Bertín Osborne. Por mucho que intenten argumentar que son un equipo no cuela, se confirma como lo viejo y el principal enemigo del cambio en el fondo y en las formas de la política nacional. Unos no quieren ir y a otros no les invitan... (IU y UPyD). Sobre el debate, hay que mencionar que se ha tratado de un debate bastante ágil, menos encorsetado de lo acostumbrado y de guante blanco. Sí, no ha habido grandes momentos de enfrentamientos más allá de la corrupción donde se ha percibido un tanto de tensión. Otra de las cuestiones es que no me ha parecido que ninguno de los cuatro candidatos transmitiera excesiva frescura salvo momentos ciertamente brillantes de Pablo Iglesias como la intervención final que va a quedar para el recuerdo. Ha faltado un poco de frescura porque me da la sensación de que todos los partidos llevan un año en campaña. La irrupción de la nueva política en sus dos extremos, Podemos y Ciudadanos, ha forzado a todos los partidos a adelantar propuestas, discursos y coletillas que llevan tiempo repitiéndose. Del debate podemos destacar el bloque de corrupción que ha propiciado momentos intensos. Es una de las principales causas de la ausencia de Mariano Rajoy. Con Soraya han alejado y mitigado un pelín los tiros y han frenado ligeramente el golpe pero es el principal talón de Aquiles de un partido que ha hecho barbaridades a sus ciudadanos. Podemos ha vuelto a sacar el tema de las puertas giratorias tan mal resuelto por los dos grandes partidos.
También podemos destacar el tema de Cataluña donde existe un gran acuerdo entre los tres partidos de centro (PSOE, PP y C´s) y dónde solo Podemos propone una medida tan democrática como una consulta popular que ahora mismo todos los partidos temen por un hipotético resultado contrario que, yo pienso, quedaría muy mitigado por la posible consulta del referéndum. Otras medidas de regeneración que se han propuesto es el cambio en el sistema electoral: Podemos por un sistema más representativo y Ciudadanos por las listas abiertas mientras que los "viejos" se ponen a la defensiva y buscan resguardarse en una ley D´Hont que les ha beneficiado históricamente (y también a los nacionalismos periféricos). Otro de los temas estrella ha sido la situación por el terrorismo internacional donde solo Pablo Iglesias se ha comprometido a no entrar en intervenciones militares. Son cuestiones, ésta y la de Cataluña donde la posición de Podemos no le va a dar votos, sino lo contrario pero se defiende una postura coherente con su ideología.
Tampoco deberíamos de otro tema estrella como son las pensiones en los que ha quedado palpable que tenemos un gran problema en este país con este asunto. La hucha de las pensiones ha decrecido la mitad en menos de un luestro con el PP y urgen soluciones para estos asuntos. Dejar exentos de cotizar los primeros 500 euros como propone el PP no parece ser la solución a este gran problema que tendrá que buscar solución en un aumento de la natalidad y del empleo juvenil al mismo tiempo que una moderación a la baja en la edad de jubilación como propone Podemos y que podría estimular la bajada del desempleo. Albert Rivera y Pedro Sánchez han estado bastante flojos para las expectativas que había depositadas en ellos. El primero, visiblemente nervioso, no ha encontrado el tempo en ningún momento y se ha movido con el san benito de ser posible bisagra del PP. El segundo, muy anodino y falto de transmitir emociones ni con propuestas rompedoras. Da la sensación de que es lo de siempre en el PSOE y ni el mismo cree que va a convencer a la gente de que el PSOE es un partido de izquierdas.
Soraya Sáenz ha salvado algún mueble de la huida de su jefe pero no le ha podido salvar la cara ya que el impacto de no acudir al debate es mucho más fuerte que cualquier actuación que ella pudiera desempeñar en su sustitución. A Rajoy le pasaba lo mismo que al Emperador romano Octavio Augusto; que cuando llegaba una batalla se ponía enfermo y se quedaba en la tienda de campaña mientrás sus soldados le sacaban del entuerto. Es una plasmación de lo que ha sido la legislatura, de la alergia al debate y la tendencia a esconderse de nuestro presidente. Pablo Iglesias ha estado muy bien y casi todos los medios coinciden en darle vencedor del debate, incluso en algunas páginas muy poco sospechosas de ser marxistas-leninistas.
El minuto final de Pablo Iglesias ha marcado las diferencias con el añadido de que, además, ha supuesto el cierre al debate y un broche de oro a su actuación que no ha estado exenta de algunos altibajos (como la referencia al Estatuto de Andalucía como un proceso de independencia).
Tenemos que quedarnos con la importancia de que se celebren estos debates y de la grandes cantidades de audiencia que mueven. La crisis, es cierto que fue una oportunidad para deslavazar el Estado del Bienestar y para acabar con derechos que tardaron décadas en conquistarse, pero también supuso una oportunidad para que muchas personas tomaran conciencia de la importancia de una vida activa y participativa en la política (de ahí algunas medidas represivas de la oligarquía dirigente). Por lo tanto, el 20D es una fecha clave para revertir muchos de estos atropellos y gritar muy alto que la ciudadanía quiere un tiempo nuevo, de política más enfocada a la calle, más transparente y participativa y en la que un presidente no se pueda negar a un debate. Eso, por supuesto, está por encima de Podemos o Ciudadanos pero puede empezar por ahí el cambio. Y, por supuesto, no quedarnos en dejar una papeleta en una urna sino en activarnos durante cuatro años. Nadie dijo que fuera a ser más fácil ni más cómodo...
ACTUALIZADO: Ya puedes ver el debate íntegro de ayer.
Semana de debates la que se ha culminado con el debate entre Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El viernes pudimos asistir a un debate entre los candidatos de los partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) en la Carlos III de Madrid. Solo entre los emergentes porque los "clásicos" PP y PSOE se negaron a asistir a dicho debate y vimos sus atriles simbólicamente vacíos.
En ambos debates podemos dedicarnos a discutir quién ha ganado y no llegaríamos a un acuerdo. Ahora bien, yo me quedo con los perdedores. Los perdedores han sido los candidatos que se han negado a debatir como ya dije en el primer debate de Rivera e Iglesias con Jordi Évole Tenemos un perdedor, Pedro Sánchez y un gran perdedor, Mariano Rajoy que, cobardemente, se niega una y otra vez a asistir a los debates con partidos emergentes. Demuestran, desde el PP, que viven en el pasado; que no reconocen el contexto actual y se piensan que el bipartidismo va a perdurar de por vida. Representan la vieja política y han dejado muy claro que no van a cambiar. Es una vergüenza que tengamos un Presidente del Gobierno que prefiere dedicar su tiempo a comentar partidos de fútbol que a ejercer un deber tan ineludible como debatir con otros candidatos. Y es una vergüenza que este señor y su partido lideren las encuestas. Este tipo de cosas serían impensables en otros países europeos como Alemania, Gran Bretaña o Francia. !Pero si hasta Berlusconi daba la cara en los debates¡ Además, desde el punto de vista electoralista, creo que el no acudir es una derrota mayor que cualquier derrota en un debate propiamente dicho. Y, por cierto, se dedicó a contraprogramar al debate con una entrevista en Telecinco a la misma hora. Creo que ambos debates han sido muy positivos; nada encorsetados para lo que estamos acostumbrados, con interrupciones que aportan y con intervención de asistentes. En mi opinión, ya han ganado por asistir; incluso Pedro Sánchez (aunque faltó al viernes). En cuanto a los debates, vemos como los partidos se han dedicado a enarbolar sus grandes banderas ideológicas. Podemos con las puertas giratorias, Ciudadanos con sus medidas fiscales y el PSOE con ese recordatorio al pasado glorioso de su partido y sus siglas.
Podemos desentrañar algunas de las propuestas: Ciudadanos sigue con su contrato único y su ambigüedad deliberada. Medidas como estas pueden propiciar una precariedad generalizada según la forma en la que se aplique. Lo mismo podemos añadir de su complemento salarial que puede llevar a incentivar salarios muy bajos por parte de las empresas. Podemos ha moderado muchísimo el discurso hasta el punto que cada vez se parece más al PSOE. Siguen hablando de medidas fiscales progresivas o de rentas mínimas pero se ha suavizado en extremo en cuestiones decisivas como la Monarquía, la OTAN y también ha tenido que ajustar sus proposiciones iniciales que, bien es cierto, que se llevaron en otra cita electoral como fueron las europeas. El PSOE sigue con su indefinición en aspectos como la Reforma Laboral (hoy digo y mañana diego) y parece que puede seguir en la línea de ese Socialismo de la Tercera Vía que nos lleva al abandono de las tesis socialdemócratas y la de convertir al PSOE en una máquina neoliberal con políticas sociales relativamente progresistas. Pero, por supuesto, siempre con el modelo danés para todos.
Por supuesto, no han faltado las alusiones y las acusaciones. Ciudadanos y la extrema derecha; el PSOE y la corrupción; Podemos y Monedero... Tampoco se han quedado atrás cuestiones, que podríamos llamar históricas, como la necesidad de un pacto común por la educación o el cambio de la Ley Electoral. Me da la sensación de que, a pesar de que todos se han mostrado con predisposición, no disponemos de una buena situación de partida con ninguno de los partidos actuales. Otra ha sido la lucha contra el fraude. Aquí ya sabemos que todos predican pero hay que verlos a la hora de la verdad. Ciudadanos y Podemos parten con la ventaja de la "virginidad política" (relativa) por lo que cuentan con mayor credibilidad.
Ahora bien, en general el candidato que más difícil lo tenía era Pedro Sánchez ya que iba a recibir por los dos lados. El voto socialista es muy jugoso para Podemos y Ciudadanos y bastante más voluble que el voto popular que, parece, tiene un suelo en torno al 27% y sus cerca de ocho millones. Es duro tener que escribirlo, pero es muy cierto. En España hay unos 13 millones de votos cautivos entre PP y PSOE. Ya pueden coger algunos partidos y saquear el país que va a haber mucha gente que siga votándoles y eso no se arregla en cuatro años. Para eso hace falta una educación basada en valores cívicos y democráticos. Esto bien nos puede llevar una generación de españoles.
Los tres candidatos y el atril vacío del PP
Por último cabe destacar un par de cuestiones. Primero, como curiosidad, que a los candidatos se les conminara en su último turno a pedir el voto cuando no está permitido en época de pre-campaña. Segundo, y más importante, es la ausencia reiterada en estos debates de Izquierda Unida y UPyD. Formaciones que, al margen de que estén en franca decadencia, creo que todavía merecen un respeto por la representación que aún atesoran en el Congreso de los Diputados. En definitiva, parece que vivimos tiempos de cambio. Vemos debates que antes no se daban aunque deberían considerarse algo normal en un país democrático. Vemos partidos que van a luchar con uñas y dientes contra cualquier cambio a más democracia y transparencia. Cierto es que la crisis es una oportunidad. Fue una oportunidad para destruir, para soterrar (en parte) nuestro Estado del Bienestar pero también hubo ocasión de poner los cimientos de una sociedad más democrática, abierta y plural. El 20 de diciembre se podrá comprobar cuán profundos son estos cambios. Entre medias, podremos asistir a más debates como el del lunes 7 (con Soraya Saénz de Santamaría por parte del PP, ya que Rajoy estará muy ocupado con los dieciseisavos de la Copa del Rey o algo por el estilo...) o los que se produzcan bajo el formato encorsetado que tanto gusta a la vieja (pero que muy vieja) política.
Podéis ver los mejores momentos del debate en el siguiente enlace