El Papa Francisco lleva poco menos de dos años en el
Vaticano y han cambiado algunas cosas desde entonces.
Por lo pronto, nada más llegar al poder, realizó una serie
de cambios de importancia de tipo simbólico llevando una cultura más austera al
siempre ostentoso y oneroso Vaticano.
Pero lo mejor de este Papa está en los mensajes que ha ido
dejando en sus intervenciones. Afortunadamente, el poder del Papa en el siglo
XXI es testimonial en la práctica aunque sí cuenta con un poder simbólico y con
una fuerte carga ética.
Tenemos a un Papa
comprometido con los desfavorecidos, un Papa que condena el sistema Capitalista
y también un Papa que denuncia
directamente la pederastia en su Iglesia.
¿Cuántos fieles hubiera podido conservar la Iglesia si
hubiesen existido más Papas así o más personajes mediáticos como sor Lucía y no
como Rouco Varela?
Es difícil saberlo a ciencia cierta pero yo tengo muy claro
que gentuza como este Rouco Varela son los que más daño han hecho a la Iglesia.
Los mensajes que está dejando este Papa pertenecen a la
ortodoxia. Cualquiera que haya leído el Nuevo Testamento debe saber que lo que
ha sido la Iglesia durante más mil quinientos años ha estado mucho más cerca de
la herejía que de la ortodoxia. Lo que ha hecho la Iglesia es profanar el
mensaje del Nuevo Testamento y se ha dedicado a quemar gente, a condenar ideas
y a personas que no seguían un dogma creado por la Iglesia.
Todavía lleva poco tiempo este Papa y no me olvido de los
rumores que apuntaban a una posible colaboración con la Dictadura Argentina que
“hacía desaparecer” a miles de personas.
Pero como aquello no ha quedado demostrado, de momento tengo
que aplaudir a un Papa con un claro sentido reformista y comprometido con las
víctimas; también con las víctimas de su institución.
Quizás dentro de un tiempo haya que rectificar esta entrada,
pero por ahora, puedo señalar que estamos ante un gran papa: ¡Viva Francisco!
Reproduzco aquí una opinión que he encontrado en elmundo.es de Ricardo Colmenero que me ha parecido especialmente interesante por el sarcasmo que destila y, el resumen, que hace de la situación actual de España.
No tiene desperdicio:
SI PODEMOS GANARA las elecciones, sostiene el doctor por la Universidad de Navarra, Miguel Carvajal, dejarían España con un 25% de paro. La corrupción estaría tan instalada en su estructura que hasta su tesorero pagaría sobres en B a los Monedero, Errejón y Pablo Iglesias, por no hablar de las obras de reforma de su sede. Sostiene Carvajal que si Podemos ganara las elecciones sus ministros acabarían trabajando para las multinacionales a las que habrían beneficiado mediante concursos fraudulentos. Se meterían a banqueros que timarían a jubilados, analfabetos y ciegos. Y crearían tarjetas de crédito con dinero negro para comprar putas y lencería.
Si Podemos ganara las elecciones se gastarían millones en levantar edificios inútiles, redes de tren, carreteras y aeropuertos con presupuestos inflados. A los presidentes autonómicos les tocaría la lotería. Muchas veces. Vivirían en Palacetes, navegarían con narcotraficantes, abrirían cuentas en Suiza y tendrían testaferros que guardarían el dinero en latas de Cola-Cao enterradas en el jardín. Sostiene Carvajal que si Podemos ganara las elecciones habría más de 2.000 políticos imputados, su presidente hablaría en televisor de plasma, se reuniría con dictadores acusados de crímenes contra la humanidad, y vendería armamento a países acusados de violar los derechos humanos.
Si Podemos ganara las elecciones no tendríamos ni una universidad entre las cien mejores del mundo, más de la mitad de los jóvenes no tendría trabajo y saldría del país. Su gestión económica sería tan nefasta que la deuda seguiría creciendo hasta superar la totalidad del PIB, para seguir financiando instituciones inútiles como las diputaciones, los consejos consultivos o el Senado. Los impuestos ahogarían tanto a los empresarios que seríamos líderes en economía sumergida, y la evasión fiscal rondaría el billón de euros.
Si Podemos ganara las elecciones los jueces serían elegidos por los partidos políticos, que tendrían tribunales especiales, jubilaciones especiales, dietas de alojamiento aunque tuvieran casa, nunca pagarían un avión, ni un móvil, ni un taxi, pero podrían compatibilizar varios sueldos públicos con actividades privadas, y nadie controlaría su absentismo. Si Podemos ganara las elecciones 2,5 millones de niños no comerían adecuadamente en hogares con ingresos bajo el umbral de la pobreza. Miles de personas serían desahuciadas de sus casas y se quitarían la vida antes que vivir en las calles del país europeo con más viviendas vacías. Hay que ver qué cosas terribles ocurrirían si ganaran los de Podemos. #Eivissadiuno
Ayer se produjo la anunciada consulta de la Generalitat en la que se pedía la opinión a los catalanes acerca de la posibilidad de materializar una independencia. Aquí tenéis los resultados provisionales ya que se puede seguir votando un par de semanas más.
Vemos un aplastante apoyo al Sí, Sí; es decir, la mayoría se decantó por un estado independiente. El otro resultado es el de la participación: 2.305.290 que vendrían a ser un 35% del cuerpo electoral catalán. Si nos vamos a las elecciones de 2012 en Cataluña y sumamos los votos que recibieron CiU, ERC, IPCV, la CUP y algunos pequeños partidos ya tenemos el mapa de la consulta. La conclusión es sencilla: han votado mayoritariamente los soberanistas y los partidarios de la continuidad con España han decidido quedarse en casa.
¿Para qué sirve esta consulta? Es difícil decirlo. Jurídicamente para nada. Ni siquiera podemos fiarnos demasiado de los mismos resultados ya que el proceso lo han organizado exclusivamente voluntarios afines a la causa. Políticamente pueden usarla como medida de presión y para legitimar unas futuras elecciones plebiscitarias con el objeto de proclamar una independencia unilateral.
Suponiendo que los resultados sean ciertos, hay que tener en cuenta que solo supondría un 35% de la participación lo que considero más que insuficiente para proclamar la independencia. No creo que el éxito haya sido rotundo, creo que se ha volcado el independentismo y los partidarios del no; han decidido no intervenir. También es cierto que la votación sigue y, es de esperar que la participación aumente. Ya he comentado algunas veces mi parecer sobre este proceso. Lo he criticadolo suficiente al igual que al nacionalismo en general. Pero ahora me quiero centrar en el Gobierno del PP. No han parado de echar gasolina al fuego. El independentismo catalán, nos guste más o menos, es una realidad y la reacción del Gobierno recurriendo a la ley y haciendo de la Constitución una suerte de muro contra la consulta no han hecho más que aumentar las ansías de buena parte del pueblo catalán. Hay encuestas que reflejan que el aumento del independentismo ha pasado en cuatro años del 20 al 45% y se corresponde en su mayoría con una actitud contestataria hacia el Gobierno Central. Ya he señalado que deberían pedir al pueblo la opinión sobre los recortes y la corrupción pero eso no quita que no tengan derecho a ser preguntados por esto. No se puede obligar a alguien a estar donde no quiere y eso es lo que el Gobierno hace. El Gobierno no está legitimado para imponer la Constitución cuando es el mismo gobierno que la viola sistemáticamente (¿derecho a vivienda?, ¿derecho a trabajo con la Reforma Laboral?, ¿Educación?, ¿Sanidad?) y se reúnen clandestinamente los dos partidos tradicionales para cambiarla en una traición a su pueblo claudicando ante la troika. Por lo tanto, ¿cómo tienen el valor de sacarla como si fuera un texto sagrado? Las Constituciones no sirven siempre. Quizás en el 78 pudo servir para salir del paso pero tiene que adaptarse a los tiempos y se puede cambiar (de hecho la cambiaron pero para mal...) El Gobierno y el PP no han querido entrar en el debate sobre este tema. El único argumento ha sido la ley y de ahí no se les ha sacado. Todo lo contrario que se hizo en Escocia. Todo esto no hace sino aumentar los adeptos a la causa. Sobre el futuro, es de esperar que haya un pacto entre los partidos pro-consulta para ir juntos a las elecciones y declarar unilateralmente la independencia. Yo creo que las prisas desde Cataluña vienen para aprovechar la situación actual de crisis y que esté el PP en la Moncloa. Si Podemos ganara las elecciones y cambiara el paradigma actual, no duden en que muchos catalanes se tacharían de la lista. Esto nos muestra una inmadurez total de la clase política de Cataluña. Creo que tiene que haber Referéndum pero en otro contexto menos susceptible a estas proclamas y debería de ser un proceso largo para que el pueblo reciba la información suficiente. Esto no es algo fácilmente reversible. Otro punto serían las condiciones para esa independencia. No me vale con un 51% de los votos y un 40% de participación. Es imprescindible que los resultados fuesen rotundos pues deben de mostrar una convicción mayoritaria teniendo en cuenta la irreversibilidad de este proceso. Veremos que nos depara el futuro; con el PP esto va a seguir adelante y es necesario un cambio para asegurar la unidad. Deberíamos caminar hacia un mundo sin fronteras; lamentablemente desde el nacionalismo solo se piensa en levantar muros y adorar banderas mientras guardan el dinero en Suiza (y me refiero también a los nacionalistas españoles).
The birth of a nation o El nacimiento de una nación es una de
esas películas que ha hecho historia en
el cine y ha pasado a ser considerada clásico atemporal y creadora de
tendencias.
Hoy no voy a realizar un análisis puntuado de esta película
ya que me parecería un insulto a la cultura de la humanidad puntuar algo como
esto que se escapa a mi época y ya trasciende a la historia en general. Sería
como puntuar el Quijote o la Alhambra.
Aquí tenéis la película en dos partes:
Pero sí me voy a permitir el lujo de hablar de ella y emitir
un juicio desde mi perspectiva histórica.
La película fue dirigida por el muy prolífico D.W. Griffith
que cuenta en su haber más de 500 películas como director y más de una veintena
como actor. Fue estrenada en 1915, unos 50 años después del final de la Guerra
de Secesión que terminó con la esclavitud.
El nacimiento de una nación se nos presenta como una lección de
historia que busca construir un relato de la posguerra americana.
El film, a través de la perspectiva de dos familias (una de
federados y otra de sudistas de Carolina del Sur) nos relata (tras una breve
exposición de la guerra) la reconstrucción del sur devastado tras la guerra.
Ahora vamos con lo espinoso. La película muestra una visión
muy tendenciosa del sur racista en un claro alegato nostálgico de lo que creían
que eran sus virtudes: la caballerosidad sureña, la piedad, el sentido
religioso, un supuesto trato humanitario a los esclavos…
Al mismo tiempo, nos pone los excesos que se tomaron los
norteños manipulando las elecciones y se nos muestran a los libertos
apoderándose del estado y de todo lo demás sin ningún impedimento.
Es cierto que el Partido Republicano (que era, por entonces,
el partido que promovía una “cierta” igualdad de razas y la abolición de la
esclavitud) se aprovechó de la situación para hacerse con el sur utilizando a
los libertos pero eso no es lo que se nos cuenta en la película.
Un aspecto que la película muestra con bastante acierto es lo que dolió en el seno de la población
blanca del sur una ley de matrimonios mixtos.
Esto era el colmo, un límite que se establecía este tipo de
caballeros que pensaban realmente que esa medida rozaba la zoofilia.
Estamos ante un Sur profundamente racista que segregaba a
los negros en las escuelas, en los autobuses y hasta en los servicios públicos.
Todo esto siguió prolongándose hasta el último tercio del
siglo XIX y todavía hay mucha de esta cultura en lo que conocemos como El Sur
Profundo.
Un ejemplo de los 70 fue el caso de Rosa Parks, encarcelada
por no ceder su asiento a un blanco.
Y ahí se establece un punto de inflexión. Los negros
empiezan a abusar de esta prerrogativa y comienzan a perseguir a damas del Sur.
Entonces se produce una desgracia y aquí establece el
film la necesidad de crear el Ku Klux Klan.
Se nos dibuja un clan con las vestimentas con las que lo
conocemos ahora y se nos presenta como una organización de justicieros ante la
pasividad de los gobiernos locales que, supuestamente, no perseguían los
delitos de la raza negra.
La realidad es que el Klan fue una organización terrorista
del siglo XIX (de la reconstrucción) que buscaba perseguir, intimidar y
delinquir físicamente contra los negros con el objeto de mantener la supremacía
blanca.
Es la película la que crea la imagen de los miembros. El
Klan fue disuelto en 1871 por el Presidente Ulysses S. Grant. En 1915 se
refunda y adopta las vestimentas y parte de la metodología que se nos muestra
en las películas.
El clan perseguía a negros, católicos (es lo mismo que decir
emigrantes irlandeses, italianos, polacos…), sindicatos y huelguistas. Buscaban
una sociedad pura en raza y en valores según su entendimiento.
Esta película crea
historia, no refleja la historia sino que, al igual que el Padrino, crea
una tendencia en algunos grupos que copian
lo que se ve en la película.
En ese sentido la película es un clásico, fuera del
lamentable mensaje que transmite y las negativas consecuencias que produjo.
Si nos centramos en elementos cinéfilos estamos ante un
patrimonio cultural aunque suene muy fuerte. Por supuesto estamos ante un mensaje
que debemos repudiar y que solo lleva al odio racial y eso es muy negativo.
Pero es una película que debemos analizar ya que nos muestra
una realidad que, aunque no nos guste, no podemos olvidar.
Como muestra de esa realidad en aquellos estados perdedores
de la guerra, esta película es incuestionable aunque su mensaje sea odioso y
condenable al 100%.
No me atrevo a puntuar una película tan importante como esta
que ha hecho tanto para el cine y que ha transcendido a la historia.
Es una pena que un clásico de este calibre nos exponga un
mensaje tan poco a la altura pero es lo que hay y, no por ello, debemos
repudiarla.